SOUNDTRACK FROM THE FILM MORE- PINK FLOYD (1969)

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Tener que hacer una crónica de un disco clásico en un maldito año en el que han desaparecido tantos “clásicos” no es tarea fácil. Realmente se nos está yendo una generación que ha sido seminal para la música popular.

Hemos escogido un disco de un grupo del cual dos de sus miembros ya trascendieron este estado material que es la vida, hacia un estado que suponemos más lisérgico. Nos referimos a Pink Floyd y su álbum “Soundtrack from the film MORE” (“MORE” para simplificar). Hemos escogido el MORE, no porque sea el mejor álbum del grupo, sino porque guarda una estrecha relación con la isla de Eivissa en unos años de creatividad desbordada.

Es un disco de 1969, el tercer larga duración de la banda y fue compuesto en solo 8 días en los estudios Pye y Abbey Road de Londres. Nunca, ni antes ni después, los Floyd han tardado tan poco en componer un disco en estudio. Syd Barret ya no grabó con el grupo ni volvería a hacerlo después.

Como su nombre indica, esta fue la banda sonora de la película, ópera prima del director de cine Barbet Schroeder. Antes solo habían compuesto para un curioso film que en su día no llegó a estrenarse, denominado The Comittee. El director les dio el guión de las escenas en las que iba música y a partir de ahí se metieron en el estudio y empezaron a componer y grabar. La película se rodó entre París y Eivissa y se estrenó el 4 de agosto de 1969. El LP se había editado el 13 de julio. El 20 de julio los humanos de los United States of America que tan atribulados nos tienen, habían empezado ya a contaminar La Luna y estábamos todos muy excitados. En 1967 y 1968 parte del grupo ya había estado en Formentera y participaba del ambiente de libertad tolerada que las grises huestes dirigentes de las postrimerías del franquismo no se atrevían a reprimir. El paisaje y la atmósfera de Eivissa y Formentera generan personalidades irrepetibles e irreductibles.

La película tiene momentos iniciales de alegría primaveral que va trocándose en oscuridad y drama invernal. La trama hoy, es ya muy tópica. Chico universitario recién licenciado conoce chica muy guapa y exyonqui. La mujer, como en el antiguo testamento, aquí también, traza el camino de perdición que recorrerá el ingenuo universitario alemán (si, ya había alemanes en Eivissa en el 69). En pocas palabras, ella no era tan exyonqui como decía, él se engancha a la droga, ella lo abandona (ya le habían advertido sus amigos cuando se enrolló) y nuestro amigo alemán se queda para siempre en Eivissa, eso sí, en un fosa común. Así como las lucecitas navideñas nos atraen cual insectos que acuden hacia su perdición en forma de bombilla-trampa en terraza de verano, Estelle, la protagonista, atrae a Stefan de forma irremediable hacia su luz cegadora y letal.

No vamos a desvelar más de la película… A pesar de este argumento tan poco festivo por agrio y espeso, vedla. Solo por la música y las localizaciones de Punta Galera, y los barrios de Dalt Vila y Sa Penya, lo merece. Además esas localizaciones fueron dirigidas y filmadas por el excelso y oscarizado Néstor Almendros.

Yendo a lo que aquí nos interesa, el disco es bueno. En su parte gráfica, como siempre, los chicos de Hipgnosis se encargaron de confeccionar una portada ácida, en dos colores que inundan todo lo existente. En ella se ve a la protagonista de la película (Mimsi Farmer) intentando disuadir o llamar la atención del protagonista (Klaus Grunberg), emponzoñado y empecinado en pugnar quijotescamente con un molino (el Molí Vell de La Mola).

 

El disco arranca con Cirrus Minor, pieza suave que se inicia con una introducción de sonidos orgánicos (pájaros en este caso) tan habituales en la obra de los Floyd (repitieron la jugada en su siguiente grabación Ummagumma). La acústica de Gilmour da paso a la voz de Waters que juraría que está doblada y al órgano del desaparecido Wright, que poco después, se marca un solo catedralício acompañado del canto de pájaros. Aunque la descripción suene bucólica, nunca cae en la estereotipia y en lo naif a lo moda adlib. La canción es seria y evocadora. Cinco minutos que dan paso a la que se ha llamado la canción más heavy de toda la historia del grupo: The Nile Song. Siendo más corta que la anterior se nos hace más larga, curiosa relatividad la del sonido… algún día tendremos evidencia científica de que la música, bueno, alguna música, se mueve en otra dimensión…

Volvemos a los slow tempos con Crying Song, bonita melodía que solo aparece en este disco.

A continuación –Up the Khyber- la música de desenvuelve de forma a veces atonal, con ráfagas de teclado sobre un fondo percusivo y obstinato. Composición instrumental de transición.

En este juego de intensidad-relajación, contracción-distensión, flujo y reflujo, le va a seguir una de las pequeñas joyas del disco, –Green Is The Colour-. Aunque ésta canción también solo aparece en este LP, fue habitual en los directos del grupo y preludiaba siempre a Careful With That Axe, Eugene. Además, acompañó en 13 conciertos al Ballet de Roland Petit entre 1972 y 1973, actuando los Floyd en directo.

Después podemos escuchar la que, a mi juicio, es la mejor canción del disco: Cymbaline. Se inicia con una suave cadencia de batería y bongos con un acorde de Mi menor en la acústica de Gilmour y el piano de Wright. Waters canta una preciosa melodía inspirada en una pesadilla recurrente que había tenido un tiempo atrás y que le asaltaba con frecuencia: “It’s high time, please wake me”.

En la última canción de la primera cara del disco –Party Sequence- vuelven los ritmos básicos de bongos y flauta ibicenca en una grabación que hoy podría pasar por étnica y tribal.

La segunda cara del LP se inicia con Main Theme, tema también instrumental. A una típica introducción floydiana en la cual el sonido juega con el panorama estéreo, sucede un ritmo de bajo y batería sostenido sobre el que se superpone una melodía de teclado casi infantil. La guitarra ofrece detalles de una sola nota.

Ibiza Bar es la próxima pieza musical. Ignoramos si ese bar era el bar “Las Ranas”, donde al parecer se reunía el equipo de grabación del filme. En este tema se recupera el sonido contundente que a mí me evoca paralelismos con el sonido de Deep Purple del Book of the Taliesyn (1968).

 El blues del disco se llama “More Blues”. Estructura de blues clásico con la guitarra punteando a medio tempo. Nada muy destacable.

Quicksilver también empieza con sonidos propios de la música concreta más contemporánea que podría firmar el mismo Edgar Varèse. Ambiente oscuro, errático.

El verdadero drama de la banda sonora acontece con la canción A Spanish Piece. Imagínense, David Gilmour tocando flamenco, imitando con su voz a un cantaor borracho que además… bebe tequila… mayor descenso a los infiernos es inimaginable. Y para más INRI esa fue la primera composición que David Gilmour realizó en solitario para Pink Floyd. Prueba fehaciente de que un mal día lo puede tener cualquiera pero también de que la perseverancia da sus frutos…

Finalmente todo acaba con Dramatic Theme. En tan explícito tema destaca el bajo de Waters el cual mantiene una cadencia repetitiva que evoca a la más conocida de Set the Controls for the Heart Of The sun (A Saurceful of Secrets, 1968) del segundo álbum de la banda.

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