Cultura musical para indios y salmones

GRACE (1994), JEFF BUCKLEY

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Cuando Grace (1994) de Jeff Buckley cayó en mis manos no era consciente de lo que iba a suceder.
Allá por el 97, varios años después de su publicación (ya se sabe que sin internet todo iba más despacio y los discos se escuchaban hasta la saciedad) un gran amigo me dijo; “escucha esto, ¡vas a flipar!”
Y efectivamente, ese disco cambió mi vida.

Era la época de esplendor del grunge y yo y mis melenas nos movíamos al son de Pearl Jam, Nirvana, Soundgarden, Alice in Chains, Smashing Pumpkins, Blind Melon y compañía.
Pero este disco era diferente, tenía algo que lo hacía único, su voz. Nunca había escuchado nada parecido. Una voz que podía ir de los tonos más agudos, casi operísticos (o sin casi) a la potencia del rock y el hardcore. Con una capacidad de saltar de unos registros a otros con tan poco esfuerzo que acababan hipnotizando. Esa voz todopoderosa fue lo que me atrapó, tanto que aún puedo sentir lo mismo que la primera vez que lo escuché. Un disco que suena actual en cualquier década y que no deja impasible.

No podría empezar mejor «Mojo Pin» un tema que comienza lento, susurrante pero que acaba dándote un ostión de realidad que parece decir; ¡prepárate para lo que viene!
“Last Goodbye”, “So Real” y “Lover, You Should’ve Come Over” son de las mejores canciones de amor que he oído en mi vida. Canciones hechas desde las entrañas.

Podía hacer lo que le diera la gana con esa voz, hasta el punto de crear unas tremendas versiones que superan con creces a las originales.
Juzguen ustedes mismos pero lo que consigue con el «Hallelujah» de Leonard Cohen no hay palabras que lo describan y sin ofender a Mr. Cohen, Jeff Buckley la ha hecho suya.
Con «Lilac Wine» hace una joya, nadie es capaz de cantarla como él. Aunque aquí podríamos entrar en una discusión eterna, qué es mejor los falsetes de Jeff Buckley o la calidez de su adorada Nina Simone que hizo una versión allá por el 66.
Cuando llega «Corpus Christi Carol», no entiendes nada, ¿qué hace este tema clásico aquí? Pero luego todo cuadra, contrasta de una manera brutal por su suavidad con el siguiente tema, el más cañero del disco “Eternal Life”, pura energía que te hace agitar la cabeza desde los primeros segundos.

“Dream Brother” es perfecta para finalizar, toques psicodélicos para ir despertando poco a poco del trance en el que acabas de sumergirte.

Es un disco que emociona, que remueve por dentro, que hace llorar, bailar, saltar, adrenalina pura. Hasta el punto de hacerte creer que lo tienes delante, al gran Jeff, al pobre Jeff que olvidó quitarse las botas para nadar en el Mississipi, o no.
Se ha hablado mucho sobre su muerte y no pienso ser yo la que especule sobre ella, simplemente decir que este disco parece una despedida o una premonición. En la letra de “Eternal Life” nos lo estaba diciendo “La vida eterna me pisa los talones/ Tengo mi ataúd reluciente preparado/ Tan sólo le falta un último clavo” y en “Grace” nos pone los pelos de punta “No tengo miedo de marchar/ Pero resulta tan lento/ Y me recuerda el dolor/ que tal vez dejé atrás”
Parece que nos quiso decir; esto es lo que sé hacer y os vais a joder porque no pienso mostraros más de mí. No es justo que se haya ido tan pronto. Tristeza absoluta.

En definitiva, redondo de la primera a la última canción y que sigue emocionando tanto o más que el primer día. Si nunca lo habéis escuchado, por favor hacedlo, tomaros vuestro tiempo, relajaros y disfrutad, estáis ante una obra maestra.

Con amor. Allí donde estés

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