Cultura musical para indios y salmones

ANTICHRIST SUPERSTAR (1996), MARILYN MANSON

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Corría el año 1996. El grunge, dando sus últimos coletazos, y el ya asentado Brit-Pop se repartían el pastel de los jóvenes alternativos que se resistían a comprarse el Boom ‘96 y sucesivos. El Ok Computer  (1997) de Radiohead aún no había aterrizado para ponernos a todos en nuestro sitio y la MTV abría sus puertas a prácticamente todo. Por aquel entonces no teníamos internet, por lo que el escrutinio de la realidad musical y social era un hábil compuesto entre una borrosa Telenova, algunos videos piratas en calidad nefasta y un inspirado boca a boca. Tales condiciones contrapuestas a la voracidad de una masa juvenil ansiosa por estímulos nuevos era, obviamente, terreno fértil para las más increíbles leyendas urbanas y mitos. Y por ahí llegó él: Marilyn Manson con su querido, odiado y temido Antichrist Superstar. 

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Para mi generación, de repente, la música dejaba de ser únicamente un desfile de luces y estrellas y se convertía en una aguerrida pelea en el barro que salpicaba de sangre y sudor a todos los convencionalismos del momento. De hecho, no fue un movimiento aislado para tribus góticas o marginales si no que se extendió a las alfombras rojas más mainstream del momento, incluido aquel entrañable Generation Next de Pepsi en el que se escondían en la pista 13 los inolvidables timbales de The beautiful people como una llamada a la que mis amigos y yo, con escasos 13 años, acudíamos de vez en cuando con una mezcla de atracción y miedo.

La banda destacó por una puesta en escena (y en pantalla) completamente medida en la que se aunaban la estética fascista con múltiples guiños a David Bowie y Arthur Brown (no, no nombré a Alice Cooper) que provocaba aceptación y repudio a partes iguales, esta última casi más efectiva que la primera. Pero en lo estrictamente musical creo sinceramente que se trata de uno de los grandes álbumes de la década de los noventa.

El triángulo formado por Twiggy Ramírez, Trent Reznor y el propio Marilyn Manson supuso una sociedad creativa fundamental para que el líder de Nine Inch Nails diera forma, como productor, a un disco oscuro, sucio pero directo que supo combinar los riffs más metaleros (Little Horn, Angel with the scabbed wings o The beautiful people) con las atmósferas y cadencias electrónicas más representativas del Rock industrial del momento (Cryptorchid o Deformography). De hecho, no son pocos los eruditos que apuntan que Antichrist Superstar es la gran obra maestra de Nine Inch Nails dada la gran influencia del oscarizado Trent Reznor (Como si su Downward Spiral no fuera suficiente).

El álbum narra el viaje metafórico y existencialista de un gusano desde su fase de crisálida hasta convertirse en una bella mariposa y lo hace a través de diversas fases, predominantemente oscuras y pesadas, pero con ciertas licencias coloristas y manieristas gracias a algunos arreglos cercanos al power-pop, al rock más tradicional y a unas líneas de teclado y sintetizador inteligentes, originales y en muchas fases, protagonistas. Mención especial merece el segundo single del álbum Tourniquet, cuyo vídeo fue obra de la genuina Floria Sigismundi (Directora también de The beautiful people) quien asegura haber llevado a la pantalla sus más fieles pesadillas que, a la postre, fueron santo y seña de la banda.

Además de los famosos singles del disco, Antichrist Superstar cuenta con himnos adoptados que no fueron tan radiados, como el homónimo Antichrist Superstar, la divertida Mr Superstar o la seductora Dried up, tied and dead to the world. Así como momentos exigentes pero valiosos para el oyente como la depresiva The minute of decay y la terrorífica pero extremadamente visual Kinderfeld, que parece homenajear, llevar a otro nivel, uno más pragmático, el fantástico what’s he building in there de Tom Waits.

Finalmente, el álbum culmina con la que para mí es una de las grandes obras de Marilyn Manson, la preciosa y desgarradora balada de Man that you fear, último single del álbum y motivo de uno de sus mejores y más profundos vídeos, ambientado en el mágico universo de Alejandro Jodorowsky.

Siempre es arriesgado echar la vista atrás a nuestros gustos adolescentes. Tan arriesgado como reconfortante cuando sirve para comprobar que a pesar del paso de los (casi veinte) años hay obras que por su momento, autenticidad y desnudez artística se mantienen anacrónicas y universales. Por eso, siempre que vuelvo a escuchar Antichrist Superstar la pesadilla me parece igual de real, aunque me despertara hace tanto tiempo.

2 Comentarios

  1. Recuerdo que me compré el mismo día el ‘Antichrist’ y el ‘Aenima’ de Tool, y ambos me volaron la cabeza pero a la larga, en la comparación, salió perdiendo el Reverendo Manson.
    Bajo mi punto de vista el ‘Aenima’ sigue tan vigente como el día que se publicó y lo recupero con asiduidad, el ‘Antichrist’ ha envejecido peor, de hecho, hace siglos que no lo pongo. Buena ocasión para darle una escucha.

  2. ¡Hola Uxío! Creo que ambos son buenos discos pero sin duda la impostada y decadente imagen de Marilyn ha hecho mella en la concepción que tenemos de su propuesta. A mi, que fui muy fan, me ocurre. No obstante si que revivo con facilidad toda aquella «movida» cuando escucho objetivamente el Antichrist. ¡Dale una escucha! jeje.

    Un abrazo 🙂

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