Cultura musical para indios y salmones

RESUMEN 2018 EN 12 DISCOS PARA LAS MINORÍAS

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Finales de febrero, época de terceras rebajas y de listas como esta. Para raritos, inadaptados, intensitos, compradores de vinilos, melómanos eclécticos con una sudadera negra con capucha en el armario y unas gafas de pasta en el cajón. Por todos ellos volvemos otro año más con esta distorsionada y subjetiva visión del panorama musical. Si en la selección del año pasado nos dejamos fuera discazos del calibre del Hell III de Hell o del Step Into The Earthquake de Simon Joyner, este año prometemos no ser menos y reincidir en los mismos errores y olvidos. Que ustedes lo disfruten. O no.

 

12 – TY SEGALL

“Freedom’s Goblin”

Desde su debut en 2007 Ty Segall lleva editados más de 20 largos, casi a 2 por año, estadística que ha doblado en 2018 con la friolera de 4 publicaciones. Joy con los White Fence, Pre Strike Sweep con GØGGS, el disco de versiones Fudge Sandwich y éste que aquí traemos y que publicó en el mes de enero, Freedom’s Goblin. Un trabajo donde, tras los flojos  Emotional Mugger (2016) y el homónimo de 2017, Ty Segall vuelve a la senda de Manipulator (2014) en lo que a calidad de las composiciones se refiere. Peca de los mismos defectos que aquel, demasiados temas, diecinueve en esta ocasión para un total de 74 minutos que  nos dejan con la sensación de que al de Laguna Beach se le vuelve a escapar su disco perfecto -otra vez- por meter unos cuantos temas de relleno. Quedémonos con lo bueno, que hay mucho, de un álbum donde Ty mete en la coctelera pop, heavy-psych, funk, guitarras setenteras y saxos, le aplica ese deje Beatles que con tanta maestría domina y firma canciones del nivel de “My Lady’s on Fire”, “Alta”, “Fanny Dog”, “She”, “I’m Free” o “5ft Tall”, nos recuerda al mejor Beck con “The Main Predator”, se atreve con la versión del “Every1’s a Winner” de Hot Chocolate y cierra el álbum de manera colosal con un tema que firmaría el mismísimo Neil Young con sus Crazy Horse, “And, Goodnight”.

 

11 – F/E/A

“Vèrtebra”

A veces miramos más lo de fuera que lo que tenemos en casa y la verdad es que, en lo referente al post-rock y post–metal, sin olvidarnos del muy buen álbum de los británicos Pijn, la producción nacional –Toundra-, estatal –Lisäbo– y de la república autárquica -que Forces Elèctriques d’Andorra reivindican con su portada/bandera- es puntera.  Tras Pastor (2014) y Congo (2016) los mallorquines dejan la producción de Vèrtebra en manos de John K. Erskine (Sonic Youth, Swans…). Respecto a Congo, este nuevo largo tiene un sonido mucho más crudo, sucio, más de directo que de estudio. El repique de campanas que abre los 9 minutos de “Aubats” recuerda a Swans y nos sitúa en una atmósfera sombría -predominante en el disco- de la que se sale, tras unos momentos melódicos muy Explosions In The Sky, con un final épico. Gran tema. No es el único. “Convert” sigue una estructura similar, con un arranque gótico/gélido para, tras un primer sube-baja, crear un muy buen crescendo a base de batería y solo de guitarra metalera. Como metalero y tribal –de nuevo Michael Gira– es el final del tema que da título al álbum, “Vèrtebra”, que bien podría ser un compendio de una obra en la que “Gin Wilder” seguramente sea el momento más cinematográfico y “PL5” el más psicodélico. Este último con marcado acento jazz gracias a la trompeta de un Mark Cunningham que también aparece en la segunda y mejor parte del corte que cierra el álbum, “SIRA”.

 

10 – TOMMY JAY & THE GENERAL

“Florida Songs”

Tommy Jay es una pequeña figura del underground estadounidense. Bueno, quizá esto sea exagerar, así que acotemos al estado de Ohio, o mejor aún a su capital Columbus. A pocos kilómetros de allí, en un pueblucho llamado Harrisburg, es donde tiene su casa Jay, en la cual lleva tocando y grabando material –la mayor parte sin publicar- casi cinco décadas. Una de las excepciones fue Tommy Jay’s Tall Tales Of Trauma, que vio la luz en formato cassette allá por el 1986 y se convirtió en cinta de culto. Ahí participaban dos de sus eternos compañeros de fatigas, Mike Rep y Nudge Squidfish (Mike Rep and the Quotas es una de las muchas bandas en las que estuvieron juntos). También lo hacía otro tipo al que todos ellos se refieren como “The General” y que ya por entonces firmaba algunas de las canciones. En el álbum que nos ocupa, Florida Songs, él y Jay firman juntos, a excepción de “Simple Procedure”, todos los temas.  Proto-punk, folk, rhythm & blues, rock, blues y pop, mucha psicodelia, algo de excentricidad. Un sonido muy directo, como si al oírlo te trasladaras a uno de los cientos de garitos andrajosos que esta gente ha debido pisar. Temas como “Gonorrhea Blues”, “I Could Not Leave You”, “Death By Freezing”, “Neighbors Next Door” o “Cobra Breath” para un total de doce canciones -no hay ni una mediocre- en este viaje a las raíces que Tommy y su inseparable General nos proponen.

 

9 – MESSA

“Feast For Water”

Segundo largo de esta banda que debutó en 2016 con el magnífico Belfry, un álbum doom de corte clásico donde había grandes canciones, como “Babalon”, “Hour Of The Wolf” o la más experimental “Blood”. En Feast For Water, estos italianos, con su mezcla de doom y ambient oscuro, toques jazz y una guitarra solista que rezuma blues, han logrado crear una atmósfera propia y en la cual la voz de Sara encaja de una manera muy natural. Tras “Naunet”, una intro donde Messa dejan claro que este álbum gira en torno al agua y “Snakeskin Drape” -la primera descarga de electricidad- las cosas empiezan a ponerse de verdad interesantes con “Leah” y “The Seer”, dos de las mejores composiciones del disco. En los pasajes lentos de esta última, la guitarra del fantástico Alberto Piccolo suena más Jimmy Page que nunca. “She Knows” es el tema más Bohren And Der Club Of Gore de todos y se funde sin que nos demos cuenta con la enorme “Tulsi”, en la que se desata una tempestad destroza-cuellos que posteriormente amaina, en una transición con guitarra que cede el protagonismo final a un saxo que le pone un punto jazz tenebroso en sintonía con la atmósfera del álbum. “White Stains” con sus teclados es una especie de mezcla entre Portishead y doom, con Sara jugando el papel de -salvando las distancias- Beth Gibbons y donde Piccolo se luce por última vez antes del cierre instrumental con “Da Tariki Tariqat”.

 

8 – COLTER WALL

“Songs Of The Plains”

La primera toma de contacto que muchos tuvimos con Colter Wall fue en la película de David Mackenzie –con guión de Taylor SheridanHell Or High Water, a la que aquí, en una de esas traducciones marca España, se bautizó como Comanchería. “Sleeping on the Blacktop”, el corte inicial de su extraordinario EP de debut Imaginary Appalachia (2005), es el tema que ahí suena. Se hace difícil imaginar que semejante voz pueda emanar de la garganta de un chaval que por aquel entonces tenía 20 años.  Tras recibir bendiciones varias (Steve Earle y Rick Rubin entre otros) llega su primer largo –Colter Wall (2017)-, ya con Dave Cobb de productor (Jason Isbell, Sturgill Simpson, Chris Stapleton…). Comparaciones con Johnny Cash y Townes Van Zandt de las que, como no puede ser de otra forma, Wall no quiere ni oír hablar. Posiblemente esa sea la causa de que, por primera vez, en este Songs Of The Plain Colter no se marque ninguna canción de Townes. Lo borda, sin embargo, con otras versiones, como “Wild Dogs” o “Night Herding Song”, una canción tradicional de vaqueros donde Cobb sitúa el micrófono al lado de una hoguera para que Colter Wall, casi a capella, nos ponga la piel de gallina. Una producción sobria que deja todo el protagonismo a la voz del canadiense y las historias que éste nos cuenta. Relatos que transcurren en la inmensidad de las praderas que le vieron crecer. Desde el joven granjero agobiado por el hombre de negocios de la gran ciudad en “Saskatchewan in 1881”, al yonqui con remordimientos de “Manitoba Man”, pasando por el camionero que añora a su amante durante sus largos trayectos en “Thinkin’ On A Woman”, por mencionar tres de las mejores canciones de este excelente álbum de la nueva joya del country.

 

7 – YOB

“Our Raw Heart”

Basta con escuchar unos pocos segundos de “Ablaze”, el soberbio tema que abre el disco, para darse cuenta de la categoría de esta banda. Un sonido absolutamente monumental, apabullante. No en vano éste es el octavo largo de una banda que ha sufrido diversos avatares, disolución incluida en 2006 para volver tres años después con la formación actual, donde Aaron Rieseberg (bajo) y Travis Foster (batería) acompañan al imprescindible Mike Scheidt. Después de un hiato de cuatro años tras firmar el maravilloso Clearing The Path To Ascend, el trío de doom/sludge de Oregon vuelve al estudio y lo hace retomando las cosas exactamente donde las dejó. Scheidt,  que a punto estuvo de dejarnos en 2017 por una diverticulitis que se le complicó, es un tipo con marcada sensibilidad y bien quedó demostrado en aquel álbum, especialmente con “Marrow”, el himno que lo cierra. Esta faceta la expone aún más en el nuevo trabajo y junto con la mencionada “Ablaze”, las extensas y serenas “Beauty In Falling Leaves” y “Our Raw Heart” son la columna vertebral -40 minutos entre los tres temas- y lo mejor del disco. La beligerante “The Screen”, el doom de “In Reverie / Lungs Reach” y la sludge “Original Face” hacen de nexo de unión entre los temas más trascendentes y le ponen el punto de testosterona a un disco en el que efectivamente YOB muestran su corazón en crudo. Y es que, como dicen en su web, YOB is love.

 

6 – PANOPTICON

“The Scars of Man on the Once Nameless Wilderness”

Octavo largo del genio de Kentucky y primero tras la trilogía que le convirtió en un referente en el universo metalero. Si en Kentucky (2012), Roads The North (2014) y Autumn Eternal (2016) mezclaba de manera magistral metal, bluegrass, ambient y post-rock, en este doble trabajo Austin Lunn va aún más allá y desdobla contenidos, con un primer álbum de metal atmosférico y un segundo muy enfocado en la americana. Inspirado en los escritos del ecologista Sigur F. Olson, el señor Lunn vuelve a ejercer de multi-instrumentista,  tocándolo absolutamente todo a excepción de unos violines. Aunque él mismo advierte “Cuidado con el segundo álbum si odiáis el country/folk”, es precisamente esa segunda parte, su primera incursión total en el mundo singer/songwriter, la que más nos sorprende.  Su inicial “The Moss Beneath The Snow” es una mezcla maestra entre post-rock, progresivo y americana. “A Cross Abandoned”, “Not Much Will Change When I’m Gone” y especialmente “At The Foot Of The Mountain” son otros momentos muy brillantes. Como lo son las black-metaleras “En Hvit Ravns Død” y “The Singing Wilderness” en el primer álbum, el cañero. Un año importante este 2018 para Austin Lunn, en el que por fin Panopticon ha dejado de ser, tras más de una década, un proyecto exclusivamente de estudio, con su puesta de largo en directo, por partida doble, en el Roadburn festival y que cubrimos aquí.

 

5 – HANK WOOD AND THE HAMMERHEADS

“Hank Wood And The Hammerheads”

Esta banda de garaje punk lleva desde 2010 pataeándose los peores garitos de la ciudad que les vio nacer, Nueva York. Allí se han ido labrando poco a poco una reputación por sus directos incendiarios. Pilares de la escena local, con miembros formando parte de otras bandas de la gran manzana como Crazy Spirit o Dawn Of Humans, debutaron en 2012 con el excelente y crudo Go Home y dos años después publicaron Stay Home. Pero es este tercer álbum lo mejor que han hecho hasta ahora, con unos Hammerheads mucho más garajeros, temas algo más largos –casi todos por encima de los 2 minutos- donde pasan muchas cosas y unos teclados muy sesenteros con mucho protagonismo. Todo ello con un Henry Wood aportando la adrenalina y el desgarro necesarios en el líder de una banda con corazón 100% punk. Los compases iniciales del tema que abre el álbum, “I Can’t Stay” son buen ejemplo; una melodía de piano con ruido de fondo que indica lo sudoroso y visceral de lo que se avecina, hasta que al medio minuto viene la primera bofetada en la cara. Le sigue “I Wanna Die” que es, junto con “Trapped And Alone In It” lo más hardcore del disco. Pero, aparte de mayoría, son las canciones con un pie en el punk y otro en el garaje, como “It’s Lonely In This World All Alone”, “How Am I Supposed To Wake Up In The Morning”, “Love Is A Cold White Tile”, “Nothing But A Man” o la final “Whisper”, las que convierten este trabajo de 20 minutos en uno de los discos más refrescantes del año.

 

4 – SLEEP

“The Sciences”

En Abril de 2017 la seminal banda de San José anunciaba en un mensaje en código morse lo siguiente; “INITIALIZE NEW TRANSMISSION 2017 CE SLEEP NEARING COMPLETION OF NEW ALBUM ENGINEERING ACCOMPLICE: NOAH LANDIS LOCATION: 37.8044 N, 122.2711 W RELEASE DATE: UNDETERMINED RECORD LABEL: UNDETERMINED”.

Un año después, exactamente el 20 de Abril de 2018 –día internacional de la marihuana- ve la luz The Sciences. La capital baja del batería Chris Haikus –que dejó la banda tras un breve período de reunión en 2009- la suple con garantías el Neurosis Jason Roeder. Al Cisneros al bajo y  voz y Mike Pike a la guitarra, estos “nuevos” Sleep estaban obligados a hacer algo grande tras más de 20 años sin pisar el estudio. No decepcionan. Tras una suerte de intro a tope de retroalimentación espacial, viene “Marijuanaut’s Theme”, su homejane definitivo a la hierba, uno de esos temas de impacto inmediato, como lo era “Dragonaut” en su debut del 92 Holy Mountain. El resto es lo que los anglosajones llaman un grower, algo que crece y crece con las escuchas. Monumentos sonoros de más de 10 minutos como “Sonic Titan”, “Antarcticans Thawed” y otro homenaje, “Giza Butler”, está vez al mítico bajista de Black Sabbath (el espejo donde, fumados, Sleep siempre se han mirado). El cierre del disco con la psicodelia relajada de “The Botanist” es simplemente perfecto. Y todo ello con un sonido brutal. Publicado en el sello de Jack White (Third Man Recordings), con Noah Landis (teclista y chamán de Neurosis) ejerciendo de ingeniero de sonido y el mítico Bob Weston a cargo de la masterización.

 

3 – ANNA VON HAUSSWOLFF

“Dead Magic”

Si te llamas Anna Michaela Ebba Electra y has estado desde pequeña escuchando las psicofonías que tu padre (Carl Michael Von Hausswolff, artista audiovisual y estudioso del Fenómeno de Voces Electrónicas) ponía en el salón de casa, estás más que legitimada para ser la reina de la música de trasmundo. Si a ello le unes el talento de esta mujer de 32 años, que llegara un artefacto de la magnitud de Dead Magic sólo era cuestión de tiempo, de encontrar el vehículo y los medios adecuados para poder expresar todo lo que se lleva dentro. Tras un primer álbum, Singing From The Grave (2010), más en la línea clásica de singer/songwriter, Anna encontró ese vehículo, el órgano de tubos, que se convirtió en elemento principal en sus siguientes trabajos, los excelentes Ceremony (2012) y The Miraculous (2015). Respecto a los medios, seguramente la mano de Randall Dunn, productor habitual de –entre otras muchas bandas- Sunn O))) y Earth, dos referentes absolutos del drone, haya tenido mucho que ver en que el nuevo álbum de la sueca suene más espectral y solemne que nunca. Los doce minutos de la oscura, cambiante y terriblemente bella “The Truth, The Glow, The Fall” abren el disco de manera sublime. Le sigue el tema más impactante, “The Mysterious Vanishing Of Electra”, donde la arquitecta de Göteborg pone de manifiesto el nivel al que ha llegado con su voz. “Ugly And Vengeful” es el largo y épico tema central, cuya parte final, al igual que la pieza que le sigue, “The Marble Eye”, recuerdan al trabajo que Hans Zimmer hizo para Interestellar. El cierre con drone, órgano, violines y su voz angelical en la más ambiental “Källans Återuppståndelse” es absolutamente conciliador y deja una sensación de inmenso sosiego, que se agradece tras afrontar esta intensa y maravillosa experiencia que es Dead Magic.

 

2 – MYTHIC SUNSHIP

“Another Shape Of Psychedelic Music”

Este combo de dos guitarras –Emil Thorenfeldt y Kasper Stougaard Andersen-, bajo –Rasmus Cleve Christensen– y batería –Frederik Denning– de Copenhague se formó en 2010 y tras varios cdr’s y cassettes, debutó oficialmente en 2016 con el fenomenal Ouroboros. En 2018 han publicado dos trabajos. El primero –Upheaval – en la línea habitual de heavy psych y space rock de esta jam band no solo consolidada, sino que a día de hoy puede mirar cara a cara a los mismísimos Earthless sin sonrojarse. Pero un grupo que toma el nombre de dos álbumes de jazz, Of Mythic Worlds de Sun Ra y Sun Ship de John Coltrane, tarde o temprano tenía que meterse en harina. Y eso es lo que han hecho en este Another Shape Of Psychedelic Music, añadiendo como invitado especial al saxofonista Søren Skov. El álbum está grabado en el estudio del Causa Sui Jonas Monk, que además se suma como tercera guitarra en “Backyard Ritual” y “Out There”, dos de los seis temazos contenidos en este brutal ejercicio de improvisación. Desde el solo de saxo acompañado de un bajo minimalista que abre el álbum en “Revolution”, pasando por el clímax de free jazz a ritmo kraut frenético de “Last Exit” y hasta el éxtasis final a ritmo stoner de “Elevation”, esta mezcla de géneros es un auténtico hito dentro de la psicodelia y una voladura de cabeza a lo largo de sus 75 minutos. A veces hay que tomar riesgos para ir un paso más allá. Ornette Coleman estaría orgulloso del guiño que le han hecho estos daneses.

 

 

1 – DEAFHEAVEN

“Ordinary Corrupt Human Love”

Señalaban en una entrevista Kerry McCoy (guitarra) y George Clarke (voz), miembros fundadores de Deafheaven, en referencia a la portada de este Ordinary Corrupt Human Love, la cierta similitud que ésta tiene con la de The Bends de Radiohead, o la influencia del uso de los tintes que Belle and Sebastian daba a las suyas. Ninguna duda hay de que, siendo una banda de corazón black metal, la paleta musical de estos tipos va mucho más allá. Eso, unido a que tienen cero complejos (¿qué banda metalera saca un disco con una portada rosa como la de Sunbather o lleva camisetas de Oasis en sus conciertos?) y talento para dar y tomar, los ha convertido en una de las bandas más interesantes del último lustro.

Porque fue allá por 2013 cuando los californianos dieron un puñetazo encima de la mesa con el que es ya un clásico moderno, Sunbather. Aquel blackgaze más homogéneo con aderezos de post-rock ganó mucho de esto último dos años después en New Bermuda, un álbum más irregular pero con momentos grandiosos, como “Baby Blue” o “Gifts For The Earth”. Tres años más tarde su espectro musical se expande aún más con Ordinary Corrupt Human Love, título extraído de la novela de Graham Greene El Fin Del Romance.

El disco se abre con una suerte de intro llamada “You Without End”, una joya de más de siete minutos que puede evocar desde el arranque del Mellon Collie de Smashing Pumpkins hasta la segunda parte, la bonita, la del piano, del “Layla” de Derek and the Dominos. Una pieza que esboza momentos recurrentes a lo largo del álbum y que fluye en armonía hasta que unas guitarras a lo Burzum hacen irrupción. Estamos ya en “Honeycomb”, un mastodonte de once minutos de estructura post-rock y con una avalancha de guitarras con sonidos mayoritariamente venidos del rock alternativo de los 90’s. Le sigue “Canary Yellow”, otros doce minutos aún mejores que los anteriores, que combinan delicadeza y belleza con descargas de furia y electricidad, transiciones dignas de Pink Floyd, inspirados solos de guitarra sleazy y unos coros finales por los que mataría Noel Gallagher.

Tras esta primera media hora de orgía sonora llega “Near”, una especie de momento Slowdive, una delicada mezcla de dream pop y shoegaze con la voz de Clarke limpia, unos minutos de paz antes de que Deafheaven hagan cumbre con “Glint”,  once minutos alucinantes para poner en modo repetición sin parar.

Cierto es que después de un tema como “Glint” -que quizás debería ser cierre de álbum- es muy difícil lucir. “Night People”, un dueto en el que participa la reina gótica Chelsea Wolfe, no es mala canción en absoluto, pero sí un cambio de tercio demasiado acusado. El disco acaba con “Worthless Animal”, una canción que pasa como desapercibida al principio pero que va ganando peso con las escuchas. Aunque nunca será un cierre tan colosal como “The Pecan Tree”, pone punto final de una manera brillante a un trabajo que para quien suscribe es lo mejor que Deafheaven han hecho hasta ahora.

 

 

Otros discos recomendados, cosecha 2018. Algunos perfectamente podrían estar ahí arriba:

Beach House – 7

Courtney Barnett – Tell Me How You Really Feel

Crippled black Phoenix – Great Escape

Daughters – You Won’t Get What You Want

Haley Heynderickx – I Need To Start A Garden

Kurt Vile – Bottle It In

Lisäbo – Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen

Marissa Nadler – For My Crimes

Nils Frahm – All Melody

Niño de Elche – Antología del cante flamenco heterodoxo

Painted Doll – Painted Doll

Pijn – Loss

Rik And The Pigs – A Child’s Gator

Spanish Love Songs – Schmaltz

The Sheepdogs – Changing Colours

Thou – Magus

Trance – Vivir Mata

Yuzo Iwata – Daylight Moon

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