Cultura musical para indios y salmones

LA POLKA 2: EL BAR VERITÉ

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Queridos indios:

Acabé mi anterior artículo sobre La Polka, ese fenómeno extraño que une a gente de generaciones anteriores luchando por no perder su status y no perder ni su tren ni su derecho a escuchar su música y a mantener su filosofía de vida; acabé diciendo que la anterior vida de la primera Polka se terminó, por primera vez en el 91 y luego ya tuvo otra singladura del 2000 al 2002.

Y como decía, unos lunáticos pensamos en el 2012 que La Polka se merecía una tercera oportunidad por ser un bar especial y porque todos habíamos oído eso de… ”ya no hay  bares como los de antes», o el clásico ”ya no hay bares para nosotros». Bien, ahí lo tenéis.

La Polka es un caso de rara avis donde nos juntamos varias generaciones a las que nos daban por pérdidas; pero no. Aquellos miembros del club de la una y media del bar Bosch, aquellos incorregibles noctámbulos de La Polilla o El Chotis, aquellos polkeros incansables de los ’80 y ‘90… Y habitantes de la Moncloa o el Casablanca. No nos resignábamos a estar fuera de circulación y eso ha unido a gente que llevaba muchos años sin verse. Fantástico.

Allí se mezclan Lou Reed, en espíritu, con Fernando Merino o Ramón Aguilón; allí puedes ver alternando a Carlos o Juan de La Polilla con cualquiera de los que fuimos sus clientes; allí celebró sus 65 Bert de El Chotis. Y allí cada tarde y noche iniciamos un conjuro que tiene como fin reencontrarnos con nuestra música de siempre, con nuestros malos hábitos, con nuestros amigos de antes. Y con nuestra manera de tocar las guitarras invisibles y bailar donde quiera que sea menos en una pista ad hoc. Allí, en La Polka, es fácil ver a David Bowie y al mismo tiempo escucharlo, como a Mick Jagger y Richards, vacilándonos y pensando. Pero… ¿Hay otro  tipo de bar que no sea así? Dicen que Freddy Mercury pasa cada noche a las doce en punto pidiéndole para bailar a Patty Smith y ella le da calabazas y le dice «pídeselo a Janice. Ella está en aquella esquina del bar. Apenas se la puede ver”

Somos un bar que pretende que no nos pase por encima ese vendaval de música latina de música minimaltecno y de esos sonidos guturales que se escuchan en las ya trasnochadas discotecas donde ya no se engaña a nadie. Lo que se bautizó como música chun chun chun es eso… Chunda chunda como mucho y en La Polka nos reunimos para rendir culto a los Stones, para reivindicar a Bowie y al viejo Lou y para idolatrar a Iggy Pop o a Rod Stewart; pero también tenemos hueco para la rumba, el jazz, etc.

En La Polka cabe un monologuista, un mago postinero, un cantautor o un grupo rock y sobre todo cabe ese sentimiento que queremos seguir experimentando. Hablo de algo que ya no se lleva pero que también reivindicamos; la autenticidad el buen rollo el feeling en definitiva, no nos arrinconéis porque somos la generación de Warhol, la de Picasso y Miró, y la de los Beatles, esos 4 dioses que cambiaron la música porque habían escuchado al incomparable Bob Dylan y decidieron pasar a la acción.

Aún quedan amigos de verdad, no virtuales, y allí están; aún queda gente con buen rollo que se reúne y que van al bar donde saben que van a encontrar una buena exposición de fotos o pintura, una buena actuación o una  reunión de los parroquianos más tozudos y cabezotas. En nuestra mesa parroquial cada día ofician: Tano Aguiló, nuestro bate, Antonio, Julia, Pili, Encarnita, la de Almería, el Luismi o  Toni Crupier y Javier Izquierdo que  bajo el lema «de qué hablamos que me opongo» nos anima las tertulias. Sí compañeros, aún queda tiempo y lugar para una buena charla con Radio Futura de fondo donde de repente aparecen las fantásticas chicas que fueron tu pesadilla de joven. La Jimenez.

Sí. Ahí estamos, ahí está La Polka testigo mudo del pasar de 43 años de autenticidad, aún se pasa en ocasiones Miguel Cernuda, el hombre fuerte de La Polka de quien ya os hablé o los muchachos de Notodoesindie o el mismísimo Joan Andreu de Pecan Pie;  o nos regalan visitas Xavier Pastor o Patxi Echevarría y otros ilustres clientes de aquellos tiempos gloriosos. La Polka es parte de Gomila y por ende parte de El Terreno y vamos a seguir al pie del cañón; y luego vendrán otros, La polka seguirá allí y Bowie y Jagger seguirán en sus paredes confundiéndose entre nosotros

Todo por La Polka, poner de moda un bar de viejas glorias,  es tarea árdua pero ya todo  va cuesta abajo y la polkamania ya es un hecho del que se habla en toda Palma, es así. Quién nos lo iba a decir, gracias polkies, que es nuestro nombre de guerra.

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