Cultura musical para indios y salmones

UNKNOWN PLEASURES (1979), JOY DIVISION

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Lo efímero de la carrera de la banda Joy Division (inicialmente Warsaw) abruptamente concluida con el suicidio del vocalista y líder de la banda Ian Curtis en mayo de 1980, hizo que el fenómeno del cuarteto de Manchester se haya rodeado de un singular halo de oscuridad minimalista influenciando a un centenar de bandas de siguientes generaciones. Una influencia que realmente no es tal si pensamos en ciertas bandas que se dicen influenciadas por un indefinible y minimalista Joy Division (Interpol, Editors, She wants revenge). Nacidos en la estela punk de Six Pistols, los de Manchester evolucionaron a una estela mucho más personal como pioneros del movimiento post-punk de finales de los 70. Un primigenio post-punk oscuro y personal que más que un movimiento musical se pudo definir en el marco de un estado personal y mentalmente alterado dotando de un carácter singular y único a la banda. La enfermedad y depresión de un Ian Curtis símbolo de la crisis existencialista de una Europa en plena Guerra Fría fue el hilo conductor de una corriente musical que a pesar de haber querido ser siempre definida, está impregnada de una particularidad indefinible. La particularidad de un joven con un profundo conflicto interno entre una mente brillantemente enferma y la realidad de una vida y matrimonio austeros. Un conflicto entre la ilusión de lo magnífico y luminoso de su mente y la oscuridad de una monótona realidad de que le acechaba sumiéndole en una profunda depresión.

El álbum debut de Joy Division, Unknown pleasures (1979), se presenta como su álbum más brillante y vivo, editado por el sello Factory. Un diseño de portada que se convertirá en el símbolo de una generación que, lejos de ser un símbolo esotérico o espiritual, el diseño de Peter Saville (el creador de portadas de álbumes de Pulp y Roxy Music, entre otros) es el diagrama de barras de señales de radio sucesivas del pulsar CP 1919 encontrado en una enciclopedia de astronomía extraída originalmente de una tesis doctoral de 1970.

Para aquellos más familiarizados con su segundo y último álbum de estudio Closer (1980), Unknown pleasures es una sorpresa. Muestra, como hemos comentado anteriormente, la parte más viva y brillante de Joy Division, pero también ya apunta el reverso tenebroso de Curtis y revela varios aspectos que se materializarán más en Closer. Por ejemplo, la línea de bajo de “Twenty-four hours”, uno de los temas más hard-rock de Closer, es una copia exacta del tema “Insight”, localizado en la mitad del álbum Unknown pleasures. Las letras son parte intrínseca de los temas de Unknown pleasures, que muestran la alienación que representa un existencialista y escéptico Ian Curtis. Curtis parece replicar un discurso monótono en todas y cada uno de sus temas, definiendo un estado mental. En “Shadowplay”, Curtis repite un patrón establecido a lo largo de su corta pero densa discografía: conforma sus oscuras letras como un himno a la muerte, a la desolación y a la futilidad del ser. Aunque específicamente en “Shadowplay”, la voz de Curtis destaca sobremanera sobre los instrumentos, que luchan por mantener el tempo. Esto es el denominador común en Unknown pleasures: el fallido potencial de un creador amateur que desarrollará –discutiblemente- uno de los álbumes oscuros más remarcables.

 

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