Cultura musical para indios y salmones

PS, TÚ A OPORTO Y YO A BARCELONA: EL HIPERMERCADO MUSICAL DE BCN

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Con el recuerdo en la mente del último fin de semana todavía presente pero sin la inmediatez del momento de después aquí van unas líneas sobre el evento musical del año, el Primavera Sound. Sin acreditación, que nos fue denegada, pero con toda la ilusión del mundo, mis compis Noe G. Senande y Emma Galán se acercarán a tierras portuguesas mientras yo me reencontraba con la cita de Barcelona. Mi peque mayor justo hoy cumple 5 años, así que por temas logístico-familiares no podíamos ir al Primavera desde 2010, así que íbamos sobrados de ganas e ilusión, el anuncio de Radiohead a quien sólo había visto en el FIB 2002 fue la clave para decir «este año volvemos», aunque sólo pudiera ser viernes y sábado (tuvimos que renunciar a Tame Impala, Suede o LCD Sound System pero los peques son lo primero). Del trabajo al aeropuerto, donde desearíamos suerte a los jugadores del Mallorca que, poco antes que nosotros, partían a Valladolid a intentar no bajar a Segunda y nosotros directos a Barcelona… Para ir calentando recién aterrizados leíamos en el móvil el primero de los artículos de Nando Cruz con tanto amor dedicado hacia el fundador del Primavera.

Lo bueno de los festivales es la cantidad de anécdotas que se producen, muchas intranscendentes, pero hace gracia quedar con tu amigo que se queja de la injusta fama de despistado que le sigue y a la retórica pregunta de «¿llevas la entrada?» te responda con un «ostras, me la he dejado»… ¡Bien Toño! Así que, impresora salvadora mediante, llegamos al recinto del Fórum. Una vez superados los exhaustivos controles entramos. ¿Y ahora qué? Por un momento uno cree que si no se hace foto con las letras de feria que anuncian el Primavera Sound y lo comparte en Facebook le niegan la entrada a uno… pero no, por suerte sin foto también entras, prueba superada así que vamos a lo musical. Ah no, espera que la disposición de escenarios ha cambiado desde la última vez, ahora es un centro comercial donde tienes el escenario H&M, el Adidas, el Ray Ban y a uno siempre le entran las dudas de si ir a planta de jóvenes o caballeros… En fin que tiramos sin más hacia la zona donde están los escenarios principales enfrentados, el Heineken y el H&M, con ganazas de ver a Beirut.

Nada más llegar Beirut empezaba su concierto y las primeras sensaciones fueron muy buenas, sonido elegante con arreglos de viento y una sobria puesta en escena que personalmente me recordó por momentos a The Divine Comedy. Su último disco es de lo más recomendable y así el público reaccionó muy bien ante «Fener» o especialmente con «No, No, No», tema que da nombre al disco. Pero seamos francos quien más quien menos miraba de reojo la avalancha de gente que iba hacia el escenario de enfrente y así más de media hora antes decidimos acercarnos al escenario Heineken donde puntualmente (e incluso diría que con un par de minutos adelanto) saldría Radiohead y empezaría una brutal montaña rusa de sensaciones.

Como era de esperar ovación espectacular a la salida de la banda que empezaron desgranando los dos primeros adelantos de «A moon shaped pool» y así abrieron con «Burn the witch» y «Daydreaming». Uno esperaba que con las canciones del nuevo disco y pasada la euforia del arranque del concierto vendría un momento frío, pero no fue el caso de la desesperada chica que detrás mío empezó a llorar desconsoladamente, la expresión a moco tendido en este caso doy fe que era literal. Por momentos a mí también me vinieron ganas de llorar… pero por no ver nada del escenario. El moderno corte de la imagen dividida en varios recuadros con zooms de Thom Yorke y los instrumentos tampoco ayudaba mucho, al igual que lo bajo del sonido. Pero daba igual, por absurdo que fuera ahí estábamos todos vitoreando a un videoclip que es lo que parecía. Y de nuevo momento brutal de subidón que experimentamos con «The National Anthem», superado el trámite de las nuevas canciones aún no del todo digeridas entramos en la larga tanda de los hits, temazos que formaban parte de la vida de muchos de los presentes: «No surprises», «Karma police», «Weird fishes / Arpeggi», «Everything in its right place» o «Idioteque» hicieron emocionar a todo el mundo.

Para cuando llegaron los cambios guitarreros de «Paranoid android» o » «2+2=5» ya estábamos dando botes contagiados por unos jovencitos ingleses extasiados. Y para acabar, la gran sorpresa (un poco menos sabiendo que días atrás había caído en París) «Creep». Al final el que acude a un festival o a un concierto compra emociones y recuerdos, algunos de por vida, y ahora mismo de Radiohead me vienen dos: por supuesto la emoción de escuchar «Creep» y el momento de «Karma Police» con la banda ya callada y todo el público cantando aquello de «I lost myself» repetidamente. Lo dicho, colección de temazos empañados por la falta de potencia en el sonido y la masificación… Qué envidia los fans de Dinosaur Jr que se acercaron a verlos a la misma hora y que disfrutarían de lo lindo.

El concierto de Animal Collective venía que ni pintado para bajar tensión que no intensidad, sus frescas melodías y coros hacían imposible no dejarte llevar por su música. No los había visto nunca en directo y me gustó que hubiera una batería marcando el ritmo sobre el escenario pues es difícil valorar la labor de los artistas desde detrás de un ordenador que nunca sabes hasta donde llega su aportación al directo. Se echaron de menos algunos hits más  de su carrera así que cuando tocaron «Floridada», single que sirvió de presentación del disco que sacaron en abril, la gente lo celebró como si de un clásico se tratara. Entre medias me encontré con Xavi y Alberto, dos grandes amigos de la carrera a los que llevaba años sin ver, así que la euforia nos desbordaba y la música entraba mejor.

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Y de ahí de vuelta al escenario Heineken donde pudimos ver a Beach House con mayor sonido y sin los problemas de espacio vital de un par de horas antes. Buen directo, quizás un punto tranquilo para la hora de la noche en que estábamos y con la sensación de que en sala probablemente se disfrutaría más. Pese a ello disfrutamos con el concierto, perfecto en el sonido  y reproche con uno mismo por no haber escuchado más a fondo sus discos.

Para acabar The Avalanches darían lo que se esperaba de ellos, baile y diversión. A los australianos hay que reconocerles la dificultad y la obra maestra que es su álbum «Since I Left you» a base de samplers, obra que se antoja casi artesanal en su elaboración aunque no en su puesta  en escena donde personalmente me lo puedo pasar bien pero no lo disfruto tanto como con otras propuestas más orgánicas. Otro logro que hay que reconocerles es el mérito de lanzar un tema el día antes del concierto y que todo el mundo presente lo tuviera interiorizado, me pasé el fin de semana canturreando «Frankie Sinatraaaaa»… Perfecto para acabar el primer día.

El sábado el cansancio en las piernas del primer día hizo que llegáramos al recinto prácticamente para el concierto de Brian Wilson, esta vez estábamos dispuestos a coger buen sitio en perjuicio de ver de cerca el directo de Manel que nos conformaríamos con ver por la pantalla y vagamente escuchar desde lejos. La puesta de largo del «Pet Sounds» nos puso la piel de gallina. Vale, entre los doce músicos presentes sobre el escenario sumaban varios cientos de años y Brian Wilson no está para muchos trotes pero creo que ello aún le da más valor. Para nada me dieron la sensación de arrastrarse pues, lejos de querer emular lo que ya no son, interpretaron los temas desde su realidad. Pocas veces he sentido tanta emoción en un concierto como cuando sonaron el «Wouldn’t it be nice» o el «God only knows». Un disco histórico que es una obra maestra y que le acompaña una de las historias más bonitas en torno a la gestación de un disco, con resultado espectacular aunque dejara muy tocado a su creador; me venía a la cabeza la película «Love and Mercy» que vi no hace muchos meses y cuenta en parte la historia. Y tras el «Pet sounds» el delirio empezando por «Good Vibrations» (incomprensible que Brian Wilson no la metiera en su día en el disco homenajeado… cosas de genios), «California girls», «Surfin’ U.S.A.» o «Fun, fun, fun».

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Primer dilema del sábado, ¿Deerhunter o Los Chichos? Mientras pensábamos qué ver me crucé con Miqui Puig, un grande con el que he coincidido en unos cuantos conciertos, apostaría que venía de ver a Richard Hawley, que nos lo perdimos y es que no se puede estar en todo. Finalmente nos decantamos por cenar sentados, que una cosa hay que decir del centro comercial Primavera Sound… una pasada en cuanto servicios. Cada vez que querías gastar, ya fuera comer, beber o recargar el móvil, lo podías hacer sin problemas de largas colas. Además como en buen centro de ocio que se precie podías elegir entre comida oriental, hamburguesas, bocadillos de autor, pizza, vegetariano… Todo muy bien organizado, muchos baños y muy limpio (enhorabuena al currazo de los limpiadores que los veías en batallón de un lado a otro y en general a todos los currantes que se deslomaron). A todo esto el Mallorca se salvó de la quema, otro año más en segunda que visto lo visto no es poco.

Ah sí, la música, vaya dos conciertos los de PJ Harvey y Sigur Rós, estos no es que fueran de Primera sino de Champions. A ambos los había visto previamente pero no por ello los disfruté menos. PJ Harvey bien arropada en el escenario casi con orquesta desgranó buena parte de los temas de su último disco, «The Hope Six demolición project», el público realmente vibró más cuando cayó el mítico «Down by the water» pero aunque faltaron grandes éxitos la gente quedó más que satisfecha (Noe, Emma ¡lo vais a disfrutar!). En el escenario de enfrente el trío islandés también la iba a liar a base de bien, su combinación de hipnóticas melodías con capas de distorsión y acompañadas de puesta escena con visuales, luces y sombras crearon una experiencia que casi iba más allá de lo musical, más de uno podías ver con los ojos cerrados y dejándose llevar.

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Y para acabar nos dimos un picoteo musical. Cansados de aglomeraciones estuvimos un rato en el escenario «Night Pro» alucinando con unos jóvenes australianos sobrados de energía, tanta que acabarían reventando una de las dos baterías que llevaban, Money for rope se llamaban. La buena sensación nos hizo quedarnos a esperar a Los Outsiders, grupo español cuya propuesta de Rock and Roll también iba sobrada de energía y actitud. Para acabar Ty Segall no nos enganchó, muy potente pero lo dejamos haciendo el payaso con una máscara, gran show man pero después de la exquisitez de PJ Harvey y Sigur Rós la verdad es que su propuesta daba pereza y el cansancio no ayudaba.

A ver cómo les va a mis colegas por Oporto, Noe siempre se ha declarado fan de la versión portuguesa del festival: más barato, menos gente, más cómodo… Al salir uno tenía la sensación de despedirse del festival para siempre. Gran oferta musical pero demasiado gigantesco, quizás buscaremos otro de tamaño mediano, con menos grupos, menos kilómetros y menos aglomeraciones. Aunque al final lo mismo resucitan a Lennon y Harrison para tocar el Sgt. Peppers y uno se lo piensa y vuelve… A priori no pero ¿quién sabe? Mientras pienso en todo esto el domingo aún resuena la música en la cabeza mientras devoro el segundo y el tercer artículo de Nando Cruz dedicado al «Jesús Gil del indie»… Menudo debate se ha montado. ¿Amarillista? Sin duda, pero lo cierto es que nadie discute la grandeza del Primavera Sound y lo bueno que es para Barcelona y los amantes de la música, todo un referente aunque las prácticas contadas son de todo menos bonitas, no por habituales se han de convertir en aceptables. Pero vaya he de ser honesto y en lo que a mí me respecta he de dar las gracias por lo musical. Otro día lo mismo retomamos el tema del Primavera Sound, pero de momento «Phew for a minute there, I lost myself, I lost myself, I lost myself…».

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