SENTIR EL SILENCIO «DRIVE» (2011)

en CINE Y MÚSICA por

‘I’m giving you a night call to tell you how I feel
I want to drive you through the night, down the hills
I’m gonna tell you something you don’t want to hear
I’m gonna show you where it’s dark, but have no fear’

Drive es, a mi juicio, la mejor película del 2011, a pesar de encontrarse con diversos handicaps como tener tan sólo 196 copias frente a las 406 de Sherlock Holmes y por lo que alguno consideró publicidad engañosa de su trailer e incluso demandó a la productora (hay quien esperaba Fast of The Furious y se encontró de bruces con la poética densa y silenciosa de este film). Ha tenido gran aceptación en festivales y fue conducido por un tal Nicolas Winding Refn, a cargo del remake de La fuga de Logan e interesado en Wonderwoman.

Quizá lo que yo resaltaría de la película es la madurez actoral de un Ryan Gosling (El diario de NoaEl creyente) protagonista que no tiene nombre. Nos evoca a los personajes justicieros de Clint Eastwood, que no tenían nombre (como en Infierno de Cobardes) o si acaso respondían a algún apodo (como mucho Joel, Rubio). Este personaje, The Driver, es mecánico de profesión, especialista de cine y conductor de riesgo cuando se le presenta la oportunidad. Su relación con Irene (una Carey Mulligan también en uno de los papeles más conseguidos de su carrera, quizá a la par que Shame) está prácticamente basada en una química poderosa y muda. En general, las escasas tres líneas de guión que sustenta el personaje de The Driver no lo relega a un segundo plano en pos del texto que los secundarios tienen, si no que su puesta en escena y su brutal pasión en silencio ante la cámara lo convierten en un personaje ejecutante y no descriptivo o discursivo. Y eso lo extrapola a todos los aspectos de su vida (en su relación con la mafia, con Standard, el marido de su amada, con su partener Shannon…)

Y si la densidad poética de la interpretación de Gosling da para mucho, a mi, por una vez, me gustaría centrarme en la relación amorosa. Podría definirse como aquella en la que toda mujer se gustaría ver embarcada. ¿Por qué? Porque se siente protegida, atendida y amada desde la distancia del silencio. El personaje del ejecutante actúa como Ángel de la Guarda sin pedir nada a cambio, desde la admiración y el respeto profundos. Y la mezcla del tímido mecánico que no es capaz de articular palabra en tu coche con el tío que te empotra en un ascensor mientras, segundos después, mata a vuestro mayor enemigo no tiene precio. Y de ahí su frase final: “He de irme. No sé si podré volver. Lo único que sé es que lo mejor que me ha pasado es poder estar a tu alrededor”.

Musicalmente hablando nos encontramos ante una joya de incalculable valor. La clave de su éxito es que no abusa de las persecuciones para centrarse en la historia de amor y soledad contada en voz baja, casi en silencio. La música no acelera sus beats per minute mostrando por contra una épica controlada propia de uno de los autores de moda en el underground: Anthony Gonzalez (M83) quien por cierto ha estado vinculado también al mundo bandas sonoras.

Por lo tanto, una joya de rápido alcance y de refinado gusto no apto para todos los oídos y para posibles paladares cerrados.

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