Cultura musical para indios y salmones

UN PASO MÁS TRAS LA FÓRMULA DEL ÉXITO: CONVERSANDO CON ALDO NAREJOS

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Supe de Aldo Narejos por sus diferentes apariciones en televisión. Desde el primer momento me interesó lo que él llamó «La Fórmula del Éxito»: una serie de acordes en secuencia Sol-Re-Mi-Do que conforman la mayor parte de las canciones que se pueden encontrar entre las más escuchadas de Spotify.

Siempre me ha interesado el hablar sobre música y darle vueltas a lo que escuchamos. En un tiempo en que la música mainstream parece sacada de la misma fábrica que las hamburguesas del McDonalds, también me ha interesado ser consciente de los prejuicios musicales, de los míos propios y de los de los demás ¿Todo lo comercial es malo? ¿Tengo mejor gusto por escuchar música alternativa? ¿No es a caso la música alternativa actual tan comercial como la mainstream? Para muchos este es un debate insustancial y aburrido, a mí sin embargo me apasiona divagar sobre ello.

Personalmente me suelo encontrar entre dos aguas: soy un indie prejuicioso para mis amigos mainstream y un hortera popero para mis amigos indies (menos mal que tanto unos como otros me quieren). Desde esa zona de nadie en la que me encuentro (ya sabéis… No Todo Es Indie) entrevisté a Víctor Lenore, autor del libro «Indies, Hipsters y Gafapastas», que entre otras cosas nos contaba que no había visto todavía a ningún fan de Pitbull mirar por encima del hombro a los demás por sus gustos musicales. Ahora me encuentro con «Música de Mierda» entre manos, el libro de Carl Wilson, que de nuevo me hace replantear el tema de los prejuicios musicales a través de la figura de una de las artistas más odiadas y vilipendiadas: Celine Dion. Y mientras lucho contra esos prejuicios me vuelvo a decir a mi mismo… ¿en serio no es objetivamente mejor David Bowie que Celine Dion? Pues la respuesta no es tan sencilla. El crítico y académico inglés John Carey en su ensayo «¿Para qué sirve el Arte?» nos dice que a la pregunta «¿Ésto es una obra de arte?» sólo se puede responder: «Sí, si tu crees que lo es; y no, si crees que no»… qué duro es el relativismo.

Sin embargo, por más que escucho a Víctor Lenore o leo a Carl Wilson y John Carey, sigo sintiendo repulsión por una industria musical que repite continuamente la misma fórmula y eso va mucho más allá que criticar a una canción por ser comercial. Pero, ¿y nuestra responsabilidad como oyentes? ¿Es lícito escucharla sin más sin buscar otra cosa que la diversión? Tal vez… es pop. Pero también me parece imprescindible darse cuenta, si te importa la música, de lo que está ocurriendo en la industria.

Tras esta larga, pero imprescindible, introducción, os relato a continuación la conversación que mantuve con Aldo.

Para quien no le conozca Aldo Narejos es músico, tiene su propia banda y ha publicado dos discos: DIARIO DE UN MONO (2008) y  VÍA LIBRE (2015). La otra faceta de Aldo ocurre en las redes sociales fundamentalmente analizando y siendo crítico con la música actual a través de diferentes videos de YouTube y principalmente con su «Fórmula del Éxito». Sus inquietudes musicales se traducen también en diferentes charlas y talleres.

Tras unos minutos de ruido de fondo y de búsqueda finalmente fructuosa de fuego para el «piti» (del de Aldo, yo no fumo mamá) nos pusimos a charlar.

Partiendo de su ya varias veces nombrada «Fórmula del Éxito» quise dar un paso más.

Habiendo objetivado que la mayoría de canciones de éxito comercial (las más escuchadas) están compuestas con la misma secuencia de notas Sol-Re-Mi-Do y por tanto, son armónicamente iguales (Coldplay o Imagine Dragons aparecen en la lista junto a David Bisbal o Enrique Iglesias), la pregunta es: ¿Por qué nos están acostumbrando a escuchar cada vez lo mismo?  «La respuesta es compleja, esta es una cebolla con muchas capas y que involucra a todos los niveles jerárquicos. El fin último es, como no, económico. El dinero es lo que mueve al productor y éste ya sabe lo que el público va a consumir, ya tiene la fórmula: 4 acordes, ideas melódicas y letras sencillas y a pasar por caja. Ahora el artista ya sabe que si quiere no ser ignorado tendrá que adaptarse a ese productor».

Bien, ya tenemos un por qué. ¿Le interesa al consumidor ese por qué? Tú que eres músico y que estás desarrollando estas teorías te habrás encontrado con gente que te diga: «pues si es tan fácil hazlo tú». «Ya, pero es que esa no es la cuestión ni es lo importante… yo no he dicho que el hecho de que 4 acordes tengan éxito signifique que todas las canciones de 4 acordes tengan éxito. No es ésa la importancia de mi mensaje. Mira… en la cocina los usuarios pueden ser también creadores, unos y otros se entremezclan. En la música el que no es músico no hace ni una tortilla francesa (ni una cancioncilla para que me entiendas), por ello es importante explicar ésto al público. Los músicos ya se habrán dado cuenta de lo que ocurre, es evidente, pero la mayoría de usuarios no».

¿Y si el consumidor entiende lo que dices pero termina diciendo: «ya, pero a mi mi me gustan las hamburguesas del McDonalds?». «Bueno, esa es la postura fácil… pero de esta manera estamos perdiendo sensibilidad a música más elaborada. La música ha estado en continua evolución a lo largo de la historia del hombre y ahora estamos en un momento de pobre inmovilismo».

De alguna manera en tus talleres, como en el de «CÓMO EMOCIONAR A TU NOVIA CON UNA CANCIÓN ESCRITA EN 15 MINUTOS» tratas de enseñar a hacer una tortilla francesa musical «Sí, algo así… la música es el vehículo para que el mensaje de la letra llegue al cerebro y cualquier persona puede hacerlo, pero no somos conscientes. Para entender mejor la música debemos universalizarla».

Acabas de mencionar que la música vehiculiza el mensaje de la letra… ¿no te parece que muchas de las letras caen en tópicos repetitivos? O sea que en el fondo hacen una repetición armónica a nivel lingüístico… «Sin duda, si hablamos en términos psicolingüistas, a menos lenguaje menos pensamiento. Esto es especialmente grave porque este tema se hace extensible a todo lo que nos rodea en general lo que significa que, si seguimos así, pensaremos menos e irremediablemente seremos menos críticos».

Estuve viendo un video en el que conversabas con Carmen París, estabais charlando de todo esto y mencionabais el caso de PSY, Park Sae-yang, autor del archiconocido «Gangnam Style» y me sorprende que resulta que ha estudiado en la Escuela de Música de Berklee, una de las escuelas musicales más prestigiosas… «lo que significa que tiene un impresionante nivel musical y triunfa con «Gangnam Style»… sí, ya hemos hablado antes del dinero». Y siguiendo con Carmen París, claro… es que escuchas su propuesta, su manera de fusionar la jota… que a nivel musical será muy elevado pero tío, es difícil para el público. «Bueno, se dice que se ama lo que se conoce. Lo primero es ser consciente de lo que está pasando con la música, ése es el primer paso. Los siguientes pasos son el abrirse a otras músicas, abrir esa sensibilidad… pero requiere esfuerzo porque nos han acostumbrado a una música muy sencilla y a nivel cerebral nos falta desarrollo musical. Pero es como todo, nuestro cerebro y nuestro oído necesita entreno».

Hablemos de poses y prejuicios… dentro del ambiente de supuestos entendidos a nivel musical, ¿nos autoengañamos diciendo que no nos gustan cosas que realmente nos gustan? «Claro… la pose tío… es muy importante. ¡A mi me encanta una canción de Rihanna! El problema es que ahora existen unas variables artísticas ajenas a la música. Se diferencian los artistas por la cara o por el estilo de vestir o de actuar… y no tanto por la música. Una canción de Rihanna podría ser de Miles Cyrus y al revés. Y eso ocurre con muchísimos artistas. Hay que disfrutar de la música sin etiquetas, sin prejuicios. Las etiquetas limitan, pero no hay que dejar de ser analítico con lo que consumimos».

 

La reflexión final es sencilla. Tal vez todo esto te haya parecido aburrido e inútil. Tal vez prefieras escuchar música que te distraiga y ya está. Está bien… estás en tu derecho. Sin embargo nosotros te ofrecemos ir más allá y te planteamos un despertar que requiere, por una parte, el ser consciente de las intenciones e intereses que existen detrás de la música y, por otra, un esfuerzo en recuperar la sensibilidad y la capacidad de volver a disfrutar de sonidos olvidados.

Ellos te ofrecerán escuchar una y otra vez lo mismo pero sólo tú puedes ser crítico y elegir qué escuchar. El camino no es fácil y requiere entreno… pero el final te aseguro que será enriquecedor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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