ROMANCE, CINE, SEXO… Y BRITPOP: MICHAEL WINTERBOTTOM (24h PARTY PEOPLE & 9 SONGS)

en CINE Y MÚSICA por

When you have to choose between the truth and the legend, choose the legend.

Tony Wilson

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Corría la primavera de mis diecinueve años (2003) cuando entré en el cine a ver «una peli sobre la música Manchester». Esas eran mis expectativas iniciales, que se convirtieron posteriormente en un descubrimiento musical y fílmico que me introdujo de lleno en la cultura de la música Manchester, el post punk y la incipiente cultura Rave.

Pero vayamos por partes. Primero dejadme aclararos los antecedentes de su director.

Michael Winterbottom comenzó su andadura en la televisión británica, y, después de una serie de biopics y documentales para la misma, debuta en la gran pantalla con Butterfly Kiss, una despiadada historia de amor y posesión cuyo leitmotiv fundamental es el de cuán compulsivo y obsesivo puede ser el sexo y la dependencia de y sobre la otra persona, llegando hasta situaciones totalmente inhóspitas.

A partir de dicho film, Winterbottom tonteó a partes iguales con el documental y la ficción, demostrando una gran inquietud por la documentación y el contar historias que trasciendan. Con mayor o menor éxito en cada una de ellas.

¿Por qué elegir inaugurar esta sección de cine y banda sonora con Michel Winterbottom, y en particular con 24h party people? Porque mi yo del 2003 era el resultado de una adolescencia marcada por un amor de juventud, de esos que te marcarán para siempre y te harán ser la persona que ahora eres: el Britpop (Oasis, Suede, The Verve, Pulp, Stone Roses…). Y ese yo del 2003 disfrutó con los orígenes de ese movimiento cultural o «movida», los cuales se reflejan en este falso documental con una estética videoclipera e imágenes de archivo de muchos de los grandes artistas contemporáneos (Iggy Pop, Happy Mondays, Sex Pistols…)

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24h party people narra la historia, o más bien, las múltiples historias de sus protagonistas en un momento crucial para la música en el Londres de aquella época: concretamente después de los Sex Pistols y justo antes de la aparición de Oasis. Es la primera colaboración de Steve Coogan y Winterbottom, donde Coogan interpreta de manera brillante (nominado por Empire Award y Online Critics Society Award a mejor actor británico y mejor actor revelación, respectivamente) a un Tony Wilson, periodista y productor musical de grupos como New Order, Joy Division o los Happy Mondays, además de ser el fundador del mítico club nocturno The Hacienda, el cual fue uno de los clubs míticos de la música Manchester entre finales de los 80 y principios de los 90, el cual tuvo que cerrar definitivamente ante la imposibilidad de solventar sus constantes problemas económicos.

El germen de la historia fue un concierto de los Sex Pistols, un 4 de junio de 1976 en un teatro de Manchester, al cual solamente asistieron 42 personas. ¿Podéis creerlo? Un número pobre y que pudiera sonar a una derrota estrepitosa en su carrera, pero ese público bajo en número fue después trascendente en determinar lo que la música determinaría las dos décadas posteriores. Entre ellos estaba Tony Wilson, y se encargó de convertir esa historia en leyenda. Porque eso es lo que un buen productor y manager hace: convertir una historia corriente en mitología.

Mi yo del 2003, iniciado en dicha leyenda pero no experto, sucumbió ante los encantos de un film vertiginoso, enérgico y centrado en un Manchester donde emergía la «movida» musical y cultural, marcada por la revolución industrial y su carácter provinciano que le llevó a convertirse en ciudad referente de la ebullición de la música contemporánea.

Os preguntaréis que opina mi yo del 2015 del film. Viéndolo con perspectiva y con una mayor dosis de documentación, puedo aseverar que lo que mi yo del 2003 veía como una película icónica y reveladora, ahora es más bien una aproximación. Un intento de revelar un espíritu de la época, de un sentir cultural. La aproximación de Winterbottom es la de un fanático, de un apasionado, y muchas veces, la pasión no te deja ver la realidad con perspectiva. A pesar de todo ello, uno de los mayores logros de este film es su capacidad catártica, evocadora y de despertar inquietud ante un movimiento difuso, convulso y, ante todo, subversivo.

Si bien 24h party people puede definirse como un amor de juventud que desaparece dejándote un buen recuerdo, otro film que marcó mi sed mitómana y amante de la buena mezcla de música y cine fue 9 songs. Este film, es el máximo exponente de lo que hablábamos antes sobre el carácter de Winterbottom: la pasión por encima de todo lo demás.

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9 songs se concibió como un experimento musical, sexual y cinematográfico al más puro estilo Godard: carente de guión, con unas buenas premisas y 9 evocadores temas que harán de su visionado un viaje hacia lo más íntimo de nuestras entrañas. Los actores sabían desde un inicio que sus relaciones sexuales serían tan explícitas como reales, e iban afrontando su consecución conforme avanzaba el rodaje. Los temas que conforman dicho viaje sensorial serían actuaciones musicales en la Brixton Academy de grupos como Black Rebel Motorcycle Club, The Von Bondies, Primal Scream, Elbow, Super Furry Animals, Franz Ferdinand, The Dandy Warhols o el compositor habitual de Winterbottom durante esa época, Michael Nyman.

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El film acaba convirtiéndose en un extraño musical erótico con secuencias sexuales explícitas rodadas cámara en mano, danzando casi al compás de los ajetreados actores.El germen de dicho film se basa en la anécdota en la que Winterbottom había terminado de leer la novela “Plateforme” de Michel Houellebecq, una obra con una gran cantidad de contenido sexual y aclaró “un gran libro, lleno de sexo y volví a preguntarme cómo los libros pueden hacer esto y el cine, que está mucho más preparado para ello, no”. Y así es como creó una película de gran mérito narrativamente hablando, pero carente de un guión consistente. Si 24h party people fue un amor de juventud, este puede definirse como un romance apasionado, evocador, impulsivo, con buenas intenciones… pero finalmente sin trascendencia.

Seguiremos esperando a que Winterbottom nos enamore de una manera profunda y madura, pero por el momento estas han sido sus filmes que más nos han tocado, de una u otra manera. Dos aventuras bien contadas, que llegan hasta nuestras entrañas y que merecen la pena ser exploradas en profundidad. Aunque sea simplemente para hacernos sumir en el placer del momento.

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